14 de enero de 2006
LOS DOS LADOS DE LA CAMA por Lluís M. Campos

La decadencia de las ideas

Vuelve Emilio Martínez Lázaro con una segunda parte de su gran obra. Y es que hay que darse cuenta de cuándo a una vaca no se le puede sacar más leche. Con Los dos lados de la cama , la historia de Pedro, Javier, Marta y Raquel continúa, aunque con cambio de actrices, tal cual se quedó con la primera parte.

Así, se nos presenta un film en el que ya desde los primeros minutos vemos que va a tratar de enredos y más enredos, con la única intención de jugar con los personajes, sin hacer ni una mera reflexión sobre porqué se hace, porqué la necesidad de esas personas en buscar otras parejas, otras experiencias... Llega un punto en el que el espectador se pregunta, ¿y qué más?

El único añadido respecto a la primera entrega es el tema de la homosexualidad, tema que no se trata en ningún momento de la película. El único objetivo es dar más posibilidades a los intercambios de parejas que ya se hacían en El otro lado de la cama . Un tema que no se toma en serio, y sólo se utiliza para jugar y volver a jugar. Tan sólo hay un momento donde con voces en off los protagonistas evalúan lo que está pasando... y la conclusión es: “las mujeres están locas”.

Se trata de una comedia musical, y como tal, hay canciones. El nivel de canciones (diría incluso de coreografías) respecto a la primera parte es muy inferior. Tan sólo se salvan un par, quedando las otras, dentro del film, como fuera de juego: como algo forzado que hay que poner y se pone.

De entre lo malo siempre hay algo que puede destacar, y es el homenaje-remember que hacen al “niño melón”, inolvidable. En definitiva, una muestra más de que el cine español no puede vivir de rentas; los americanos hacen segundas y terceras partes de sus películas de “humor” y llenan salas (sea por una causa o por otra), pero aquí no podemos jugar a sus cartas.

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